Análisis escrito por Raúl Milano, director Ejecutivo de Rosgan
Ganadería: Un sector orgulloso de lo que hace
La ganadería sigue dando muestras de que lo que está por venir sigue siendo muy bueno, en un momento difícil de la economía del país encontrar un sector que apuesta al crecimiento es todo un hallazgo, acá no hay medias tintas ni planteos mezquinos como en tantos otros sectores, los cuales analizan todas las variables, solicitan algunos beneficios y piensan que todavía no está claro el panorama para invertir.
La ganadería nunca vivió de lo que le daban, es resultado de su propio esfuerzo y supo crecer y supo caerse, por ello como un mercado transparente que no tiene subsidios ni prebendas solamente lo que hace es trabajar en lo que le gusta, producir un animal de ciclo largo no es lo mismo que ser fabricante o importador de acuerdo a como marche el dólar. El productor agropecuario tiene todo su capital en el campo, en su tierra, en sus molinos y aguadas, en sus alambrados y en sus animales, él no puede especular y saltar de actividad, ni siquiera puede remarcar sus precios para garantizarse una renta.
La actividad del productor ganadero recibe la recompensa en el precio de sus animales pero también en el reconocimiento de su trabajo, no solo el dinero le da satisfacción, tal vez en la mayoría su mayor satisfacción es saber que las cosas las está haciendo bien, que pensando en sus hijos mejora sus campos para continuar la actividad que seguramente vino de sus abuelos, es una cultura de trabajo que acepta los cambios pero que todavía sigue impregnada de los valores que dejó atrás la modernidad.
Con esta cultura del trabajo, la ganadería afronta un momento positivo de los mercados, si bien el consumo está relativamente disminuido el paro de los trabajadores de SENASA les dio un respiro esta semana manteniendo precios y logrando algunos centavos extras por sus animales.
La invernada sigue muy firme al calor de los nuevas temperaturas que le dan un respiro a los pastos y comienza a florecer una primavera relativamente seca pero que deja atrás las intensas lluvias primero y un otoño e invierno demasiado impiadoso por sus fríos. La retención golpea fuerte en la oferta y los sistemas de confinamiento han sido hasta acá quienes marcaron un piso a la demanda sostenida porque nunca un proceso cuasi industrial de producción puede fácilmente detenerse.
Este sector que apuesta al futuro sabe de sus obligaciones y orgulloso de su producción espera ansioso los cambios que deberán venir inexorablemente en otros eslabones de la cadena. Es imposible seguir manteniendo un doble estándar sanitario e impositivo, de nada servirán los cambios en la tipificación si seguimos ocultando las viejas mañas de una industria más que centenaria, en nombre de todos los actores correctos que son la mayoría la ganadería y su carne merecen otra oportunidad.