La ganadería argentina en un momento de reflexión

Los argentinos somos muy propensos a pasar del exitismo a la depresión razón por la cual es necesario hacer un esfuerzo y ser muy prudentes, tomándonos el tiempo para hacer reflexiones sobre el sector. Pareciera que en el ambiente público no se viven momentos de prudencia, todo “al palo” como en la perinola, a todo o nada, tal como dice la canción: “La argentinidad al palo” en este caso, del éxtasis a la agonía.

 

En este marco, hablando de vacas recomiendo ser un poco más prudente para analizar con cabeza fría el presente e imaginar el futuro. Con mesura podemos decir que el sector ganadero descontó antes de la asunción del nuevo gobierno su apuesta a mejores tiempos, por eso diciembre fue un mes atípico hinchado de expectativas que tuvo precios exorbitantes y que no pudieron ser convalidados en los meses posteriores. No obstante debemos decir que en el primer cuatrimestre los valores siguen siendo buenos y sostenidos, todo un aliciente para el productor, tanto para el criador como para el invernador.

 

Si usando ese término propio del mercado de capitales, el mercado descontó anticipadamente los resultados, lo que queremos decir es que el grueso de la utilidad que en nuestro sector se expresa por capitalización de activos ya se realizó, de aquí en más tendremos un recorrido suave que no quita rentabilidad pero aminora los beneficios extraordinarios obtenidos por  haberse posicionado temprano el año pasado en la compra de vientres baratos. Siempre las grandes capitalizaciones no se hacen por la diferencia de compra y venta del ternero, sino por adelantarse con visión al período de crecimiento inevitable de un sector que estuvo en el piso.

 

Las perspectivas de futuro siguen intactas apostando a que nuestro país lo antes posible se pueda ir incorporando a la exportación, y que el aporte complemente el destino consumero actual de nuestra colocación del gordo. La existencia de demanda es la principal razón de entusiasmo a nuestro productores, saber que lo que ellos hacen alguien está dispuesto a comprarlo en el mundo y hace años que lo están esperando, los que más saben lo que significa tener un gigante dormido son todos los países exportadores del mundo, Argentina le regaló durante casi 7 años  un mercado para los mejores cortes a los grandes exportadores, EEUU, Australia, Brasil y también todos nuestros hermanos latinoamericanos de frontera de por medio Uruguay y Paraguay.

 

Tener demanda es una gran noticia pero desgraciadamente deberá compensar la caída en el mercado interno, no tanto por un problema solamente de precios sino por un problema de ausencia de hacienda suficiente para realizar faena. Se debe recomponer el stock lo antes posible para poder abastecer a todos los segmentos, pero además para aprovechar darle producción a zonas que fueron invadidas por la soja y que hoy está en retirada en virtud de los precios internacionales, no todas las tierras dedicadas a la agricultura son aptas para la los cultivos solamente el precio permitía justificar una explotación.

 

Quienes hace años venimos acompañando a la producción dándole en los malos momentos mercados que defendían su producción y les reducía los gastos,  decimos que estamos en un buen momento pero que debemos demostrar que somos eficientes y aumentar las preñeces y partos, que es hora de invertir en pasturas, en alambradas bretes y aguadas, y si la limitante es el capital debemos ser inteligentes y abrir nuestro negocio a inversores, todo lo exógeno ya casi fue realizado, ahora hay que meter mano de tranqueras para adentro, la ganadería es una empresa que el país necesita desarrollar más con un criterio asociativo*.

 

*Este artículo fue escrito por el Lic. Raúl Milano, director Ejecutivo de Rosgan.